viernes, 27 de abril de 2012

Día 27

Un problema que hayas tenido.
Hay que ver cómo me apetece hablar de problemas un viernes cuando parece que no estoy triste, por una vez en esta semana. Bueno, no es un problema que tenga, es un problema que haya tenido, lo que quiere decir que ya no lo tengo y que está superado. Venga, lado optimista.
Un problema que tenía era que era horriblemente tímida. No tenía ni idea de cómo tratar con la gente, qué frases usar, qué decir, qué contestar, como saludar, cómo despedirme... parte venía directamente de mí, que vivía demasiado en mi mundo, en los libros, las películas, los videojuegos y mis dibujos y poco en el mundo real, y que no le veía el sentido a ser simpática ni sabía cómo serlo. Y otra parte de que en el colegio si alguien se me acercaba era para reírse de mí. Cosa que no ayuda mucho.
En el verano entre el colegio y el instituto, donde apenas conocería a cuatro personas, estuve en un campamento en el cuál me cerré aún más en mí misma. Me ponía colorada por cualquier cosa, quería ser invisible y al mismo tiempo llamar la atención, era fría y no decía ni una enésima parte de todo lo que pensaba. Y estaba triste y me sentía absolutamente sola, y enjaulada en una jaula que era yo misma.
Después llegó el instituto. Pasé más o menos un mes sin casi hablar con nadie que no conociese. Pero me mentalicé que tenía que hacer amigos, que me esperaban allí muchos años y que me encantaba ese sitio. Y que tenía que conseguir hablar con la gente.
A principios de octubre entraron unos cuantos alumnos nuevos a mi clase -por un lío con la consejería de educación que no voy a explicar ahora- y una de ellas decidió venir conmigo, con la que vino otra que también era nueva. En primero no era precisamente muy abierta, y me costaba hablar con la gente si no eran cercanos a mí. Pero al menos podía hablar absolutamente relajada con mi grupo de amigas.
En segundo de ese grupo de amigos sólo quedó una amiga, que ahora es mi mejor amiga, lo que me obligó a acercarme a los que veía que estaban un poco solos después de que se mezclasen las clases. No sé muy bien cómo, hice unos cuantos amigos más haciéndome creer -sí, a mí misma- que no era tímida y que no me costaba nada hablar con la gente. Me lo repito una y otra vez cuando veo que me empieza a costar hablar. Y no sé muy bien cómo, funciona. Aunque en grupos grandes aún me sigue costando integrarme, en cuanto se me da la oportunidad lo intento. Y cada vez funciona mejor. Autoconvencimiento, supongo.

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