Día 17

Tus altos y bajos en este último año.

Fue un año bastante bueno. Tuve muchos momentos tristes, y me di cuenta de cosas que aún me atormentan a menudo, casi todos los días. Pero eso lo compensaron cosas inolvidables. 

Conocí (en el sentido de presentarme y también en el sentido de profundizar en personas) a varias personas que ahora considero mucho más importantes que ahora. Me enamoré un par de veces y las dos me hicieron daño, pero la segunda todo se arregló (sólo cuento mi punto de vista al finalizar el año, porque ahora sé que no se arregló). Me hice más cercana a la que ahora considero de verdad mi mejor amiga, de la que antes desconfiaba mucho y no entendía del todo. Escribí desde el 1 de julio hasta el fin del año diarios y diarios, todos los días, de lo que me siento muy orgullosa, y me ayudó mucho a pensar y a tener presente cada día. Vi Toradora, un anime que me hizo ver a qué tenía miedo exactamente (a la soledad). Me creció mucho el pelo. Aunque eso no es muy remarcable. Mejoré mi técnica al cantar y perdí la vergüenza en el escenario, y también bastante fuera de él. También perdí la poca confianza que me quedaba en mi padre y un poco de la que tengo puesta en mi madre. Lloré mucho, pero creo que reí lo mismo o más. Viajé a París y a Lyon, en un viaje con mi familia y un intercambio con mis amigos, respectivamente, saliendo por primera vez del país. Me sentí muy sola, pero también a salvo como nunca me había sentido antes. Aprendí muchas cosas: a hacer ecuaciones de segundo grado y que para conservar a los amigos hace falta esfuerzo de ambas partes. Y que no debería de tomarme todas las uvas de fin de año a la vez. Pero me parece que eso no lo he aprendido.